Más allá del texto, más allá de la imagen (RAI Festival Film)
Como comenta Karl Heider en su reconocido libro “Ethnographic film”, en los últimos 30 años tanto la investigación en el campo de la antropología visual como la realización de películas etnográficas han cambiado su forma y contenido de manera significativa, en gran parte por las nuevas tecnologías que facilitan y disminuyen los costes de la realización de filmes y en gran parte por las transformaciones en la relación antropólogo – informante, así como por el diálogo de la antropología con otras áreas del conocimiento: arte, biología, filosofía, etc.
En el Festival de Manchester pudimos observar claramente lo que apunta Heider y también como la antropología visual, diferente de la antropología “clásica”, textual, seguramente va más allá del texto, más allá del diario de campo, y más allá de la convivencia diaria con el informante y su sociedad.
Hacer antropología con la imagen, sea produciendo esta imagen sea interpretándola, implica cuestionamientos y descubrimientos en lo que se refiere a la construcción del yo, de las personas y de la sociedad a la cual estamos estudiando. La imagen que uno tiene de si mismo, así como la imagen de una sociedad producida y proyectada en pantalla por el antropólogo son puntos importantísimos para reflexionar. Doy un ejemplo. En el documental que he realizado, “Salwa y Nawal”, al final, cuando estaba terminado y ya en manos de las chicas protagonistas, Nawal me escribe un mail en el cual me comenta: “Muchas gracias, hemos visto el video y enseña exactamente lo que somos”. Inmediatamente me he preguntado si el video realmente enseñaba “exactamente como las chicas eran” o si yo y mi compañera de trabajo habíamos inventado una “Salwa y Nawal”. El tema es que tratar la imagen de alguien o de un grupo demanda por parte del antropólogo conciencia de la responsabilidad, pues puede pasar (y de hecho pasa) que la película cambie la percepción del yo de los propios protagonistas. Además, porque la imagen tiene en nuestra sociedad mucho más fuerza que un texto, y creo que ahí está el “más allá” de la antropología visual.
Con el tema del montaje, afloran más cuestiones todavía, pues el montaje implica cortes, producción y creación (subjetiva) del propio autor. ¿Qué incluir?, ¿qué excluir? O sea, que estamos pisando en un campo minado de subjetividad y creatividad, donde en algún momento es factible preguntarse ¿dónde está la antropología?, ¿cuándo empezamos con el arte? Y hasta… ¿es esto más experiencia sensorial que experiencia antropológica? De todas formas, James Clifford ya nos avisaba que “jamás se puede transcribir completamente una experiencia antropológica”. No sería diferente con la experiencia visual de la etnografía. Entregarse al campo antropológico es entregarse al riesgo y a las sorpresas. Es saber relacionarse con la autoridad, jerarquía, respecto, choques, en fin, creo que el tema del Festival de Manchester “Image, Voice, Sound, Object: Synaesthetic and Sensory Practices in Anthropology” tiene razón, antropología visual es relacionarse con imágenes, voces, sonidos, sensorialidades.
Hay un cosmos de material visual etnográfico y discusiones que todavía necesitan encontrar su camino, concretar cuestiones, establecer fronteras. No para trasformarse en algo arcaico, encerrado en sí mismo, sino para el desarrollo del conocimiento antropológico y por fin para alcanzar aquello que desde los orígenes de la antropología se antoja: la mirada sin prejuicios hacia “nuevos mundos”, la sabiduría de escuchar más que hablar, navegar por el encuentro de culturas y producir nuevos pensamientos.
Al concluir del RAI Festival Film, creo que estamos en ello, en esa búsqueda interminable por el diálogo con el “otro”, que felizmente hoy en día camina para que no sea más ese “otro”, sino que sea también autor dentro del mundo de la antropología. Ese es el caso de las películas etnográficas realizadas en Brasil por indígenas. Otro punto positivo del Festival y bastante interesante, ha sido la variedad de películas etnográficas, variedad metodológica y de contenido: unas más tradicionales, “à la Margaret Mead”, otras más involucradas con el arte, como los experimentos de “ethnoficción”, experimentos en el montaje.
De las que he visto, personalmente me llamó la atención dos: “Ghanaian Video Tales”, de Tobias Wedl, y “Roya and Omid”, de Elhum Shakerifar.
La primera, “Ghanaian Video Tales”, nos enseña como es realizada la producción de las películas del género terror en Ghana, África. El montaje hecho por Tobias Wedl es muy creativo. Sin embargo, lo más interesante de la película es como muestra las reinterpretaciones que los realizadores, actores y productores hacen de las películas de terror europeas, holywoodianas. Es muy interesante observar la trascripción cultural que los ghaneses hacen de las películas de otros países. También ver cómo se difunden sus producciones, de dónde sacan las ideas, de cuáles libros, de cuál fuente. Hay muchos elementos religiosos, de la cultura africana y de la cultura cristiana. El terror de Ghana pasa también por temas de género, como una fantasma mujer que viene atormentar la vida de un hombre y le dice: “Has maltratado mucho a tu mujer, ahora vas a morir”. Es realmente una película ejemplo de que se puede hacer etnografía visual creativa sin vaciar el contenido.
“Roya and Omid” ya es por otro lado una película (en lo que se refiere al montaje) más sencilla, pero que no se le quita la importancia y la grandeza. Cuenta la historia de una niña iraní que siempre se sintió un niño y que al final, durante su adolescencia, se traslada a Estados Unidos, y hace la cirugía para cambiar de sexo. Lo bello de esa película de nada más que 17 minutos es que su autora, Elhum Shakerifar, consigue tan sencillamente hablar de un tema básico en la antropología y tan profundo a la vez como la transexualidad y las relaciones de género. A partir de una historia de vida (con una fuerza tremenda, la verdad) se puede conseguir hablar de temas antropológicos fundamentales. Me acuerdo ahora de mis clases de graduación de “métodos y técnicas antropológicas”, donde mi maestra Rita Laura Segato, afirmaba que antropología se hace tomando un ejemplo y haciéndolo universal. Pues para mí, la autora de “Roya y Omid” lo consigue con éxito.
De una manera o de otra está claro que los tres días en Manchester ha mostrado que todavía hay mucho que investigar y concluir (si realmente habrá alguna conclusión algún día). Está claro también que la imagen causa a los antropólogos y a los no antropólogos experiencias físicas y metafísicas. Los recuerdos, las interpretaciones y las historias contadas por las imágenes no se quedan solamente en el plano puramente científico. Lo único es saber qué hacer con todo esto. Creo que independiente de los temas en evidencia, la responsabilidad es sobre todo lo más importante. ¿Cómo y para qué usar esta imagen captada desde el campo de investigación?
Tatiana Guedes
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